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Madrid.
En el estudio
de la Fundación Encuentro “Informe España 2011”, su capítulo segundo,
bajo el epígrafe “Las universidades: nuevos retos, nuevas respuestas”,
se analizan diversos aspectos y parámetros del sistema universitario español,
comparando los mismos con los relativos a la Unión Europea.
En el se alude
a la proliferación de centros universitarios en nuestro país. El sistema
universitario español (SUE) actual está formado por 78 universidades (50
públicas y 28 privadas), que tienen en total 236 campus, repartidos por
toda la geografía española. Del total de universidades, cinco son no presenciales,
de las que una es pública, la Universidad Nacional de Educación a Distancia
(UNED), y el resto privadas, aunque la mayoría son de iniciativa y financiación
pública (modelo Universitat Oberta de Catalunya, UOC) y dependen de las
correspondientes administraciones regionales.
El SUE ha experimentado
un notable crecimiento en las últimas décadas, sobre todo a partir de
1985, cuando se inicia el proceso de descentralización de la educación
universitaria y se empiezan a transferir competencias en esta materia
a las comunidades autónomas. En 1985 había en España había 35 universidades,
frente a las 28 de diez años antes; en 2010 su número se había elevado
a 78, tres veces más que en 1975 y el doble que en el citado 1985. Las
universidades privadas también han aumentado considerablemente a partir
de 1991. Hasta entonces sólo había cuatro universidades privadas, todas
ellas de la Iglesia Católica (Deusto, Pontificia de Comillas, Pontificia
de Salamanca y Navarra), y en los 40 años anteriores no se había constituido
ninguna universidad privada nueva. Desde comienzos de los años noventa
se han creado 24.
Tasas
de escolarización
En
el informe se constatan notables diferencias en la tasa neta de escolarización
en educación universitaria. El valor promedio para España de esta tasa
es del 23,9%. Por comunidades autónomas, destacan la Comunidad de Madrid
(35,9%), Castilla y León (30,7%) Navarra (30%) y País Vasco (28,8%). Por
debajo de la media se sitúan Baleares (9,7%), Castilla-La Mancha (10,7%)
y La Rioja (13%).
Otro aspecto
destacable del informe apunta que las generaciones más jóvenes de españoles
están más formadas que la media de la UE. Mientras que en la cohorte de
55 a 64 años la tasa de población con estudios universitarios en España
es 1,3 puntos inferior a la del conjunto de la UE-27, en la cohorte de
25 a 34 años nuestro país supera en 6,1 puntos la media europea.
El nivel de
educación superior es un indicador de competitividad. España, gracias
a su sistema universitario, ha mejorado en los últimos años de una forma
significativa en este indicador. A este respecto, en el estudio se precisa
que “caben a este respecto dos preguntas: ¿hay que considerar positivo
este dato?; ¿se podría haber conseguido el mismo efecto con otros medios?”,
y se concluye que “es difícil dar una respuesta objetiva a la primera
pregunta; el deseo de tener un nivel superior de formación responde a
muchos factores, algunos vinculados con la racionalidad económica (empleabilidad,
nivel de ingresos, etc.), otros con estereotipos sociales y culturales”.
El nivel de estudios está inversamente relacionado con el nivel de desempleo:
a mayor nivel de formación, menor tasa de paro. Esto se cumple de forma
generalizada en todos los países, también en España. Las mismas conclusiones
se obtienen si se compara el nivel de ingresos por nivel educativo. Los
ingresos de la población con estudios superiores son más altos que los
que tienen educación secundaria en los países de la OCDE. En España, la
diferencia entre ambos es de un 41%. Las mayores desproporciones se registran
en Portugal (69%) y Estados Unidos (77%).
“Así pues -se
afirma en el informe- podemos dar una respuesta positiva a la primera
pregunta: un elevado nivel de educación superior resulta ventajoso para
el empleo, aunque la magnitud de esa ventaja varía entre países más igualitarios
(como los países nórdicos) y países menos igualitarios (como Estados Unidos).
Los datos sitúan a España entre los primeros: también aquí estudiar más
genera ventajas”.
Un
sistema poco eficiente
El
sistema universitario español es calificado en el estudio como “poco eficiente”,
dado que el porcentaje de población con educación superior que ocupa puestos
profesionales, directivos y técnicos, es de un 75,1% en España, inferior
en casi diez puntos (84,7%) a la media de la UE-27. Este dato indica que
el porcentaje de sobrecapacitación o sobrecualificación es de un 24,9%,
entre los más altos de la UE-27. Por otra parte, el gasto medio por estudiante
universitario supera la media de la UE
Otras variables
que pueden estar afectando a la eficiencia en España son las referidas
a la financiación del sistema. Sin embargo, según se afirma en el informe,
“los datos disponibles tampoco permiten en este caso señalar diferencias
significativas”. El gasto por estudiante en España ha aumentado desde
comienzos de la década pasada, y en 2005 superaba ligeramente la media
de la UE-27. En 2008 ascendía a unos 9.500 euros.
Asimismo se
precisa en relación con el nivel de eficiencia de la Universidad que “es
posible que dentro del propio sistema universitario pueda haber opciones
de mejora que permitan optimizar la contribución de las universidades
a la competitividad del país. De hecho, la oferta de enseñanzas universitarias
existente antes de que se iniciara el proceso de Bolonia resultaba demasiado
rígida y ligada a un modelo de competencias profesionales excesivamente
dependiente de la oferta de empleo en el sector público o en una parte
del sector privado fuertemente regulado por la Administración Pública
(profesiones reguladas). Ésta es seguramente la causa de la aparición
del fenómeno de sobrecapacitación característico de nuestro sistema”.
El porcentaje
de población con educación superior que ocupa puestos profesionales, directivos
y técnicos, es de un 75,1% en España, inferior en casi diez puntos (84,7%)
a la media de la UE-27. Esto indica que el porcentaje de sobrecapacitación
o sobrecualificación es de un 24,9%, entre los más altos de la UE-27.
Otras variables
que pueden estar afectando a la eficiencia en España son las referidas
a la financiación del sistema. Sin embargo, los datos disponibles tampoco
permiten en este caso señalar diferencias significativas. El gasto por
estudiante en España ha aumentado desde comienzos de la década pasada,
y en 2005 superaba ligeramente la media de la UE-27. El gasto es en su
mayor parte público, aunque la financiación privada en España representaba
un 22,1% en 2005, un porcentaje superior a la media europea.
La
nueva oferta de enseñanzas
En
el curso 2008-2009 se inició la oferta de nuevos títulos de grado. Tres
años después se puede considerar terminado el proceso de transformación
de los títulos de licenciado o diplomado en títulos de grado. Paralelamente,
se ha continuado la implantación de los nuevos títulos de másteres oficiales,
que se había iniciado ya en 2005. En muy poco tiempo, las universidades
han realizado un extraordinario esfuerzo para adaptarse a las nuevas previsiones
legales y del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
La distribución
de los nuevos títulos de grado y máster por ramas de conocimiento es sensiblemente
parecida a la de los antiguos títulos de primero y segundo ciclo, salvo
en Ciencias de la Salud, que han pasado del 5,9% al 13,6% del total de
la oferta de enseñanzas. La impresión que sugieren estos datos es que
estamos ante una sustitución casi exacta de los viejos títulos de diplomado
y licenciado, no por los nuevos de grado, sino por la suma de grados y
másteres. La configuración de la nueva oferta de grados y másteres se
puede interpretar como el resultado de la intersección de dos tendencias.
Por una parte, es indudable que la reforma ha sido entendida como un simple
proceso de sustitución de los títulos antiguos por títulos nuevos, con
modificaciones en la distribución interna de créditos y materias, y algunas
otras modificaciones complementarias relativas a la metodología docente
y a la gestión de programas de enseñanza. Muchos de los másteres ofertados
en realidad responden a planteamientos de “ampliación” de los contenidos
del grado, en línea con lo que en el sistema anterior eran los itinerarios
de especialización que podían concluir en un segundo ciclo o en un programa
de doctorado.
Pero la reforma
también ha abierto otras posibilidades para introducir innovaciones más
radicales en la oferta de las enseñanzas universitarias. Y éstas se observan
en dos modalidades principalmente. Por un lado, ha aumentado la oferta
de títulos de grado que combinan dos o más perfiles tradicionales (Derecho
y Empresariales, por ejemplo). Por otro, se han introducido ofertas radicalmente
nuevas, sobre todo en el nivel de máster, vinculadas a programas de doctorado,
a perfiles profesionales novedosos (sobre todo en ciencias de la salud
y en estudios tecnológicos y humanísticos) o a diseños interdisciplinares
dentro de una misma rama de conocimiento y entre varias ramas.
Auge
de las no presenciales
Las
“universidades abiertas” son las que de forma más sistemática han aprovechado
las posibilidades que ofrecen las TIC y, en algunos casos, las que mejor
han adaptado su organización interna y sus estrategias de desarrollo a
esas nuevas posibilidades. En España, las dos principales universidades
de este tipo, la UNED y la UOC, responden a dos paradigmas diferentes.
Para el conjunto del sistema, las universidades no presenciales representan
el 14% del total de los alumnos matriculados, de los que un escaso 0,7%
son estudiantes de máster.
El éxito de
la UOC y la UNED explica seguramente la incipiente proliferación de universidades
no presenciales en varias comunidades autónomas, en régimen de universidades
privadas con diferente grado de implicación de las autoridades públicas
en su financiación y regulación. Así, en los últimos años se han creado
tres universidades privadas no presenciales: Universidad a Distancia de
Madrid, Universidad Internacional de La Rioja y Universidad Internacional
Valenciana.
Es pronto para
evaluar lo que representa esta tendencia al crecimiento de las universidades
no presenciales. Llama la atención que, salvando el elemento diferencial
de la oferta de enseñanzas a distancia en las lenguas propias de las comunidades
autónomas, no parece que la satisfacción de una demanda potencial pueda
justificar esta proliferación de universidades privadas no presenciales.
Las
TIC
En
el contexto español existe también una gran preocupación por el uso de
las TIC en la universidad. De hecho, la CRUE lleva varios años editando
el informe UNIVERSITIC sobre este tema, en el que se recoge la situación
de las TIC en los campus universitarios, centrándose sobre todo en los
recursos tecnológicos disponibles y en su gestión. En el último informe,
publicado en 2011, se recoge valiosa información sobre el uso de las TIC
en la enseñanza universitaria, distinguiendo dos tipos de objetivos: las
TIC como tecnologías de apoyo a la docencia presencial y las TIC como
tecnologías de apoyo a la docencia no presencial. Los datos se han recogido
a partir de una encuesta dirigida solamente a las universidades presenciales,
con una tasa de respuesta del 87%.
El equipamiento
básico (conexión a Internet en el aula y proyector multimedia) está disponible
en el 53,4% de las aulas universitarias, lo que a todas luces resulta
un nivel de implantación de las TIC en el aula realmente escaso (“preocupante”
en palabras de los propios autores del informe). Tampoco los datos sobre
la disponibilidad de equipos por alumno parecen satisfactorios. Hay una
media de 37 estudiantes por cada ordenador fijo, 295 por cada portátil
accesible en préstamo y 359 estudiantes por ordenador dedicado a aula
móvil (sistema de ordenadores portátiles que se pueden utilizar en diferentes
aulas). Por lo demás, sólo el 63% de los estudiantes españoles se han
conectado a la wifi de la universidad en 2011; el total de conexiones
wifi en las universidades que participaron en el estudio fue de casi 100
millones.
La
ciencia en el contexto mundial
Según
un informe de la Royal Society, el sistema de ciencia y tecnología está
creciendo rápidamente a escala mundial. De 2002 a 2007, el gasto mundial
en I+D aumentó un 45%, pasando de 790.000 a 1.146.000 millones de dólares.
Lo mismo ocurrió con el número de investigadores (de 5,7 a 7,1 millones)
y de publicaciones científicas (de 1,09 a 1,58 millones). El mayor potencial
científico, tanto por la cantidad de recursos humanos y materiales disponibles
como por la importancia de la producción científica y tecnológica, está
en Estados Unidos, Europa y Japón. Pero en los últimos años se están produciendo
cambios importantes. En primer lugar, los llamados países emergentes,
con China a la cabeza, están aumentando su participación en el sistema
mundial de ciencia y tecnología de forma acelerada. Actualmente China
es ya el segundo país productor de ciencia, con una cuota media del 10%
de la producción mundial en el período 2004-2008. Estos cambios están
configurando un nuevo panorama en la distribución de la capacidad científica
y tecnológica. Sigue existiendo una gran concentración, tanto del gasto
en I+D como de la producción científica y tecnológica, pero están apareciendo
nuevos polos que terminarán cambiando la geometría del sistema mundial
de ciencia, tecnología e innovación.
El
Sistema de Ciencia y Tecnología
En
España, el Sistema de Ciencia y Tecnología ha crecido en los últimos años
de forma sostenida. Globalmente, el gasto en ciencia y tecnología ha crecido
en 31 años a una tasa media acumulada anual del 14%, pasando de 238 millones
de euros en 1978 a más de 14.000 millones en 2009. Por otra parte, la
participación del sector de la educación superior en el gasto total en
I+D ha pasado en este mismo período del 16,3% al 27,8%, en detrimento
de la participación del sector de la Administración Pública, que descendió
del 30,9% al 20,1% .
Para comparar
el potencial humano realmente dedicado a actividades de I+D conviene utilizar
datos de trabajadores en equivalentes a jornada completa (EJC). En 2009
había 220.777 personas en EJC dedicadas a actividades de I+D (tabla 12).
De éstas, 133.803 eran investigadores y el resto personal técnico y auxiliar.
Por cada investigador EJC se gastaron 109.000 euros y había 0,65 técnicos
o auxiliares. Sin embargo, la distribución de estos recursos no es homogénea
por sectores de ejecución. Destaca la desventaja relativa del sector universitario,
que tiene el 47,2% de los investigadores EJC, el 20,7% de los técnicos
y auxiliares y el 27,8% del gasto. Esto implica que el gasto por investigador
es la mitad que el de los centros dependientes de la Administración Pública
y menos del 40% del de las empresas y que, por lo que se refiere a personal
de apoyo, los investigadores universitarios disponen de un tercio de los
que trabajan con los investigadores de la Administración Pública y menos
de un tercio de los que lo hacen en las empresas.
66%
de la producción científica
La
Universidad aporta el 66% de la producción científica total en España.
A este respecto, en el informe se precisa que “para poder valorar la aportación
que hacen las universidades españolas a la ciencia y la tecnología conviene
tener en cuenta la posición de España en el contexto mundial, en términos
de su potencial y de su productividad científica. Respecto al potencial,
ya se ha visto que ha mejorado a lo largo de las últimas décadas”. En
2009, el esfuerzo que realizó España en financiación de I+D equivalió
al 1,38% del PIB y se situó ya por encima del de Italia. Por otra parte,
la producción científica española equivalía al 2,7% de la producción mundial,
mientras que la riqueza material (PIB) era ligeramente inferior al 2,5%
del total mundial. Esto indica que la productividad de España en ciencia
era igual o algo mayor que su productividad general en economía. Pues
bien, la producción científica de las universidades representaba aproximadamente
el 66% de la producción científica total, frente al 28% de los hospitales,
el 18% del CSIC, el 2% de las empresas y algo más del 4% de otros organismos
públicos.
Como puede
observarse, todas las instituciones científicas españolas, excepto las
empresas, tienen un impacto normalizado superior a la media mundial, incluidas
las universidades, que están una décima por encima.
En definitiva,
a la luz de todos estos datos podemos concluir que el sistema universitario
ha pasado a ser en España un elemento fundamental del Sistema de Ciencia
y Tecnología. Los rasgos más sobresalientes de su contribución son: ejecutan
el 27,8% del gasto total en I+D, acogen al 45,4% del personal que trabaja
en I+D y al 56,5% de los investigadores y producen el 66,1% de los artículos
científicos con un nivel de impacto ligeramente superior a la media mundial.
La consecuencia obvia es que las universidades españolas parecen estar
contribuyendo de forma notable y eficiente a la mejora del Sistema de
Ciencia y Tecnología que se ha producido en España a lo largo de las últimas
décadas.
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