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Madrid.
G. A.
Las Escuelas
Católicas (FERE-CECA y Educción y Gestión) han celebrado su XI Congreso,
que ha reunido en Madrid a cerca de 1.500 profesionales y expertos nacionales
e internacionales del mundo de la educación y de la iglesia, junto a representantes
de instituciones titulares y responsables de centros docentes, para debatir
sobre el tema “El liderazgo educativo, motor del cambio”. Éste ha sido
precisamente el lema del encuentro, cuyas sesiones se han dedicado la
reflexionar y debatir sobre “el cambio de paradigma que está viviendo
la educación”, y cómo estas escuelas pueden “contribuir a adecuar la enseñanza
actual a la nueva realidad de nuestros alumnos, a ejercer un liderazgo
apostólico e ilusionante y, en definitiva, a ser motores de cambio”.
Durante la
inauguración de este Congreso, la presidenta de Escuelas Católicas, Inmaculada
Tuset, ha reflexionado sobre “la situación actual de crisis económica,
recortes, cambios de Gobierno, cambios en la pedagogía, rapidez en la
comunicación y en la innovación, etc.”, y ha dicho que este “momento histórico”
es “la oportunidad de apostar por el liderazgo y por ser impulsores de
iniciativas que generen más vida y más armonía”. Por su parte, el presidente
de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, Casimiro López Llorente,
ha afirmado que hay que mirar al futuro, pero ello “no puede llevarnos
a dejar de mirar al presente y a darnos cuenta de que es urgente mejorar
la enseñanza”, una mejora que, considera, “será decisiva para superar
una crisis que no es sólo económica, sino también de valores”.
Paro
juvenil y fracaso escolar
También
ha intervenido la consejera de Educción de la Comunidad de Madrid, Lucía
Figar, quien ha destacado lo conveniente que resulta en estos momentos
de crisis “hacer aportaciones para ser protagonistas del cambio, sin quedarse
en lo local, sino mirando hacia lo global”. Ha añadido que la escuela
tiene el “monumental reto” de combatir el 45% de paro juvenil y el 30%
de fracaso escolar que padecemos, por lo que “nuestro presente y nuestro
futuro se juega cada día en las aulas”. Y ha manifestado que, por todo
eso, la CAM tiene tres principios irrenunciables: “mejora de la calidad
recuperando principios de mérito, esfuerzo, excelencia, autoridad y respeto
del profesor”; apuesta decidida por la libertad de elección de centro
para las familias; y “garantía de igualdad de oportunidades”. Y, junto
a ello, dar “más autonomía y más libertad a los centros para su gestión
de acuerdo con su carácter propio”.
La segunda
jornada del Congreso comenzó con una intervención de la presidenta de
la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien coincidió con los organizadores
al destacar la urgencia de “impulsar cambios de gran calado en la manera
de preparar a las nuevas generaciones”. Unos cambios que, en su opinión,
pasan también por la necesidad de que los alumnos asuman que son los primeros
responsables de su educación”. Y tienen que venir acompañados de “la recuperación
de valores como el esfuerzo, el mérito, el estudio y la excelencia”, de
una mayor autonomía para los centros, y de otorgar un papel fundamental
a la enseñanza de idiomas.
La
mejor política
El
ministro de Educación en funciones, Ángel Gabilondo, fue el encargado
de clausurar este Congreso resaltando la necesidad de reivindicar los
valores, y mostrando su preocupación por las desigualdades educativas
“que requieren el esfuerzo de todos” para corregirlas. Agradeció la iniciativa
de Escuelas Católicas al celebrar un encuentro como éste, porque “genera
el debate para la mejora de la educación y demuestra compromiso y responsabilidad”,
y la aportación de los centros concertados a la sociedad, al colaborar
directamente en la escolarización de más de nueve millones de personas.
Por último, afirmó que la educación es la mejor política social y económica,
y que debilitar la financiación de la escuela traerá consecuencias graves.
Mientras tanto,
las sesiones de trabajo se han estructurado en torno a ocho ponencias,
impartidas por los profesores María Inéz Furtado, superiora general de
las Hijas de Jesús; Gonzalo Alonso, ex director general de Google Latinoamérica,
Francesc Pedró, experto en educación de la UNESCO; Marc Prensky, creador
del término “nativos digitales” frente a “inmigrantes digitales”; Montserrat
del Pozo, directora del Colegio Montserrat de Barcelona; Christopher Day,
profesor emérito de Ciencias Sociales de la Universidad de Nottingham;
Pilar Jericó, profesora de ESADE y de la Universidad Carlos III de Madrid;
y Joseph Tobin, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida
Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica. También se ha celebrado
una mesa redonda con los secretarios generales de Escuelas Católicas de
Europa, Etienne Verhack, Asia, Roderick Salazar, América Latina, José
Leonardo Rincón, y de la OIEC, Ángel Astorgano.
Conclusiones
Como
síntesis de todas estas actividades y trabajos, los participantes han
elaborado unas conclusiones, en las Escuelas Católicas advierte que “la
transformación de la educación no es una utopía, sino que se viene constatando
ya en los nuevos requerimientos de enseñanza y aprendizaje, más centrados
en los estudiantes y en los nuevos modelos organizativos, más horizontales,
participativos y colaborativos”. Por ello, cree que “tenemos la obligación
de adecuarnos a la nueva realidad de nuestros alumnos, y contribuir a
que la educación de hoy prepare para la sociedad de mañana”.
En estas conclusiones
se destaca asimismo que “los modos de organización verticales están dando
paso a nuevos modelos de liderazgo, de gobierno, de trabajo y de toma
de decisiones, más descentralizados y colectivos”, en los que “el aprendizaje
habrá de concebirse desde la globalidad, para evitar los peligros del
aislamiento, la fragmentación, la autosuficiencia o la uniformidad”. Y
que “los alumnos están más urgidos por un futuro más interactivo y autónomo”,
por lo que “la educación precisa una nueva pedagogía” para implementar
nuevas formas de aprendizaje, “más efectivas y reales”.
También se
insiste en que “en tiempos de crisis la educación es clave”, y se recuerda
que actualmente existe “un cierto consenso internacional” sobre los factores
para mejorar la calidad educativa: la autonomía escolar; el fortalecimiento
e impulso del liderazgo en los centros; la evaluación de los docentes
“como mecanismo de diagnóstico para el apoyo y mejora de su capacitación
profesional”; y un cambio curricular “que redefina lo que los alumnos
hayan aprendido al acabar la enseñanza obligatoria”. Y se añade que “para
ello se necesita más financiación, más personal comprometido y más recursos”.
Además, se
afirma que “la revolución social-media necesita un modelo pedagógico que
incluya nuevas dimensiones como las redes sociales, y una tecnología más
flexible y colaborativa, al servicio de un proyecto educativo que apueste
por las inteligencias múltiples, la personalización del aprendizaje, los
modelos cooperativos y las metodologías proactivas”. Por todo ello, las
Escuelas Católicas seguirán insistiendo “en la importancia de la selección,
formación, desarrollo profesional, acompañamiento y entrenamiento de los
equipos directivos de sus centros”. Por último, creen que es “urgente
u necesario” lograr un pacto educativo con un amplio consenso, “que nos
centre en lo verdaderamente importante: el alumno y su educación”.
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