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el 2010, lo haremos con
la sensación de haber dejado, obligados por la situación, un buen número
de asignaturas pendientes. Y digo obligados, porque no hemos sido nosotros
los que, en su momento, decidimos parar la negociación o comenzar con
los recortes sociales. Por todos es conocido que una buena parte de las
últimas decisiones gubernamentales adoptadas han atacado duramente al
colectivo docente. Junto a una negociación prácticamente inexistente,
vino el recorte salarial y la correspondiente pérdida de poder adquisitivo,
para continuar con el anuncio del peligro de desaparición de la jubilación
voluntaria anticipada, una medida en la que el Gobierno no estuvo solo
pues contó también con la defensa, desde sus “santuarios de cátedras universitarias“,
de algunos sociólogos que luego callan cuando desde otros sectores, menos
estresantes que la enseñanza, se accede a la jubilación a partir de los
55 años.
Decisiones, todas ellas,
desafortunadas a nuestro juicio que no han hecho más que agravar el malestar
del profesorado. Claro que tampoco podemos quitarnos responsabilidad los
sindicatos al ser incapaces de avanzar en la negociación colectiva, de
manera que esta fuese un instrumento de motivación y de mejora en las
condiciones laborales del profesorado. Pero ha sido precisamente de ese
descontento del colectivo docente del que FETE-UGT se hizo portavoz durante
la reunión mantenida con el nuevo secretario de Estado de Educación, Mario
Bedera. El encuentro sirvió para conocer la intención ministerial de revitalizar
aspectos que se han mantenido aletargados en el tiempo, como es el caso
de la negociación del Estatuto Docente.
El anuncio de un intento
de vuelta a la normalidad, entendiendo esta como la relación negociadora
entre Administración y sindicatos, nos alegra al mismo tiempo que nos
hace mantenernos firmes en nuestra posición. Cuando FETE-UGT vuelva a
sentarse en una mesa para negociar, lo hará dejando claro que en el Estatuto
Docente no solo se deberá fijar la carrera y promoción profesional, sino
también el mantenimiento de la jubilación voluntaria anticipada, una exigencia
que seguiremos defendiendo con firmeza al entender que se trataría de
un premio merecido para todos aquellos profesores y profesoras con un
elevado número de años de servicio, y que a su vez permitiría el acceso
a la docencia a muchos jóvenes aspirantes.
Precisamente, en la negociación
sobre el acceso a la Función Pública Docente deberá tenerse en cuenta
la revisión del máster de secundaria, que no está cumpliendo los objetivos
previstos, e incluso se podría buscar un nuevo acceso orientado a la obtención
de los mejores profesionales para la docencia. Entendemos que para conseguir
dicho objetivo debe existir una buena complementación entre la formación
inicial y el prácticum. En este sentido, el máster ha sido la oportunidad
perdida, puesto que además de no implicar suficientemente en dicho prácticum
a los profesores de secundaria, ha traído consigo desconcierto tanto ante
la deshomologación de costes como de horas presenciales.
Estatuto, jubilación, acceso,
son un ejemplo de la larga lista de asuntos pendientes de acuerdo y de
los que no nos hemos olvidado. Como tampoco lo hemos hecho, y así quisimos
recordárselo al secretario de Estado, de otros no menos importantes como
la revisión de las enseñanzas postobligatorias. Flexibilización de las
enseñanzas de Formación Profesional y de Bachillerato, mejora de la Educación
Infantil con el Educa 3, ampliación de los PROA…
No vamos a olvidarnos de
abrir un debate sobre aspectos que necesitan concretarse para mejorar
el sistema educativo: la formación de los docentes, la implicación de
las familias en la enseñanza de sus hijos y el esfuerzo que impone el
proceso de aprendizaje.
Por otro lado, echamos
en falta el liderazgo del Ministerio en relación al debate que debe originarse
en el seno de la comunidad educativa y entre las comunidades autónomas,
con el fin de consensuar directrices comunes que con posterioridad permitan
su adecuación en los diferentes territorios.
Es el momento de reflexionar
sobre el modelo de centro, empezando por su propia estructura, de manera
que posibilite al alumnado su permanencia en el mismo desde los 3 hasta
los 18 años. Tampoco debemos olvidar el papel de la dirección, de la inspección
y de los nuevos perfiles profesionales que se requieren, además de la
participación de la comunidad educativa en la institución escolar y en
los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Otro asunto a tener en
cuenta es el R.D transitorio de acceso a la Función Pública, cuya vigencia
está a punto de finalizar. Debemos seguir trabajando tanto en la selección
de los futuros docentes y en su formación inicial (con una complementación
equilibrada entre teoría y práctica), de manera que nos acerque lo más
posible hacia lo que denominamos “cuerpo único de enseñantes”, como en
una carrera profesional que reconozca, desde el punto de vista retributivo,
el trabajo en el aula. Dentro de este debate no podemos obviar el elevado
número de alumnos que no obtienen la titulación de la enseñanza obligatoria,
lo que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de reorganización del
currículo de la ESO, que pasaría por su flexibilización y por priorizar
una atención más personalizada del alumnado y un trabajo en equipo del
profesorado.
Sabemos que entre todos
podemos hacer que las cosas mejoren. El anuncio del secretario de Estado
de Educación de retomar la negociación es solo un primer paso. Aprovechémoslo,
eso sí, con exigencia, coherencia y responsabilidad. Ojala las buenas
intenciones se plasmen en hechos concretos que suplan al fallido intento
de “Pacto por la Educación”.
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