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JULIA
FERNÁNDEZ
La gran parte
de las esculturas que nos han llegado de la Antigüedad están realizadas
en mármol blanco: casi perdida la estatuaria de bronce, por el reciclado
de su materia prima, y la de otros materiales más perecederos –madera,
marfil, metales preciosos- es la simplicidad blanca la que ha conformado
el ideal de contención artística que está integrado en nuestra cultura.
Hasta este El color de los dioses, que el Museo Arqueológico Regional
de Madrid acoge.
“En el Renacimiento,
el Barroco o el Neoclasicismo se miró con delectación esa estatuaria en
blanco, vista como la materialización perfecta de un mundo antiguo idealizado
que se pretendía imitar - dice Manuel Bendala Galán, Catedrático de Arqueología
y responsable de la parte española de la muestra-. Pero algunas esculturas
antiguas, rescatadas crecientemente de la tierra, conservaban restos de
policromía; algunos científicos le prestaron atención, haciendo ver que
la idea generalizada de la estatuaria en blanco era una ilusión”. A través
del deterioro del tiempo y a pesar de que, como afirma Bendala Galán,
“muchos, desde la ciencia o desde pensamiento artístico, se mantuvieron
apegados a la creencia en una estatuaria ideal en blanco o prestaron poca
atención a lo que las evidencias demostraban”, una realidad colorista
ha abierto caminos renovados para la comprensión de la Antigüedad.
Ejemplar
investigación
El
trabajo que resume esta exposición, que hasta el 18 de abril se puede
visitar en Alcalá de Henares, tiene en el profesor de las Universidades
de Frankfurt y Bochum, Vinzenz Brinkmann, el eje intelectual y científico.
Responsable de las colecciones de escultura clásica de la Liebieghaus
Skulpturesammlung de Frankfurt y miembro de la Junta Directiva de la Stifung
Archäeologie de Alemania que ha producido las reproducciones y promovido
la itinerancia de la muestra, Vinzenz Brinkmann, con el apoyo de arqueólogos,
historiadores del arte, restauradores y artistas, ha puesto en marcha
el proyecto de restauración de la sorprendente policromía de la escultura
antigua utilizando
técnicas como la aplicación de luz rasante o luz ultravioleta; la medición
y valoración de los diferentes efectos de los pigmentos de color en la
epidermis de mármol además de desarrolladas formas de análisis físico-químicos
y otros métodos aportados por la moderna tecnología.
Reproducciones coloreadas según el aspecto que debieron tener en realidad
obras como el Ídolo cicládico monumental (“Grupo de Spedos”),
las estatuas del frontón occidental del Templo de Apolo Dafnéforo en
Eretria, la Koré del Peplo de la Acrópolis de Atenas, el friso
oriental del Tesoro de los Sifnios, la Estela de Aristrión,
el llamado Jinete persa de la Acrópolis de Atenas o, entre otras,
el Arquero del frontón occidental del Templo de Afaia en Egina,
son algunos de los trabajos que en El color de los dioses documentan
su labor investigadora.
El
caso hispano
Estas
reproducciones de famosas esculturas y relieves clásicos cuentan en el
recorrido que El color de los dioses despliega en el Museo Arqueológico
de Madrid con una corroboración específica en la tradición cultural hispana.
La Dama de Elche o la Dama de Baza, dos de las casi cuarenta
piezas con las que se ilustra la parte Ecos hispanos: Imágenes humanizadas,
demuestran en sus restos de policromía cómo el uso del color en la
estatuaria ibérica fue una rica experiencia artística.
Manuel Bendala,
comisario de este recorrido expositivo, lo sintetiza así “En el legado
escultórico propio de la Hispania antigua se tienen espléndidos testimonios
del uso del color, particularmente en la tradición escultórica ibérica.
Su obra más emblemática, la Dama de Elche, conserva algo de su
policromía originaria, muy tenue y apagada, eso sí, por el estrago del
tiempo, las pérdidas de la pigmentación, su enmascaramiento bajo las concreciones
creadas en su epidermis por la naturaleza del soporte y del medio en que
quedó secularmente sepultada. Más notable , en lo que hace a la calidad
de su policromía y su excepcional grado de conservación es el caso de
su hermana en importancia y renombre, la Dama de Baza, el mayor
revulsivo en la percepción de la escultura ibérica, mayoritariamente huérfana
del rico colorido que originariamente tuvo”.
Entre las piezas,
además las dos Damas, están algunas de las más señaladas obras que se
conservan: desde los ejemplos orientalizantes de época prerromana hasta
épocas medievales y modernas. Todas ellas documentan los orígenes y consecuencias
histórico-artísticas del gusto hispano por pintar, enjoyar y vestir las
esculturas como medio de aproximar el culto al fiel y de vivificar sus
iconos.
El
Museo educativo
Creado
en 1997 para albergar los fondos arqueológicos de la Comunidad de Madrid
de los que es depositaria desde 1985, este Museo, enclavado el que fue
Convento Dominico de la madre de Dios (1565) y en pleno corazón histórico
de Alcalá de Henares, tiene en su no muy larga trayectoria realizaciones
como El tesoro Arqueológico de la Hispanic Society of America de
extraordinaria recepción de público y crítica, aunque es su recorrido
de síntesis arqueológica su logro más completo.
Con una definida
vocación didáctica que ejerce en recorridos habituales para escolares
sobre sus fondos, el Museo completa El color de los dioses con
conferencias, visitas guiadas, talleres infantiles y la edición de un
catálogo en el que se reúnen artículos de investigadores que han trabajado
en la reconstrucción de las estatuas y de la coloración en la escultura
antigua en España.
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