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Madrid.
Desigualdades
tras la educación obligatoria: nuevas evidencias es el título del
estudio realizado por catedrático de Economía Aplicada de la Universidad
de Barcelona, Jorge Calero, para la Fundación Alternativas, un trabajo
que pone en evidencia el cuello de botella que se produce en nuestro sistema
educativo al finalizar la ESO y el débil acceso de los jóvenes al Bachillerato
y a los ciclos formativos de FP, un indicador que nos sitúa claramente
por debajo de otros países de nuestro entorno. Según Calero, en la Europa
de los 25 solo Portugal y Malta tienen una tasa de abandono escolar
superior al de España en alumnos mayores de 16 años.
De acuerdo
en el citado informe, en cuya presentación participaron el catedrático
de Sociología Julio Carabaña y el director de la Fundación Alternativas,
Juan Manuel Eguiagaray, las razones de este cuello de botella se sitúan,
en buena medida, en aspectos relacionados con la equidad. Según el estudio
“las dos causas inmediatas que dificultan la transición a los niveles
postobligatorios son, por un lado, el bajo rendimiento académico de determinados
grupos en la ESO y, por otro, el sesgo antiacadémico de las elecciones
educativas de estos mismos grupos”.
No obstante
se aprecia una diferencia de género entre las causas de este fenómeno,
de tal forma que las mujeres siguen estudiando mientras que sus hombres
abandonan antes los estudios y se ponen a trabajar. Los datos que aporta
Calero en su informe es que sólo un 62,5% de los jóvenes españoles de
entre 20 y 24 años presentan estudios posteriores a la secundaria no obligatoria,
una de la medias más bajas de la UE. Pero es que además existe una diferencia
notable a favor de las chicas, ya que el 70% de ellas continúan enseñanzas
después de la ESO frente al 55,2% de los varones.
Otra de las
variables es la clase social, es decir, las diferencias según el nivel
de estudios y la profesión de los padres siguen existiendo a pesar del
avance en las políticas de equidad e igualdad de oportunidades. Tanto
es así que mientras los hijos de profesionales promocionan a enseñanzas
de mayor nivel en un 85% al finalizar la ESO, los hijos de las clases
menos favorecidas abandona la escuela o intentan incorporar al mercado
de empleo, de tal forma que sólo un 27% de ellos prosiguen estudios de
Bachillerato o ciclos formativos de FP.
Pacto
de mínimos
Jorge
Calero se ha mostrado partidario de un pacto de Estado “de mínimos” en
materia de inversión en enseñanza al objeto de reducir las desigualdades
existentes entre unas Comunidades Autónomas y otras, un acuerdo para fijar
una financiación mínima que estuviese por encima de los que los distintos
gobiernos regionales. Estas políticas específicas deberían poner especial
énfasis en el denominado “arco mediterráneo” -Cataluña, Comunidad Valenciana,
Murcia y Baleares- comunidades que no son precisamente las que menos invierten
en educación pero que sin embargo presentan mayor porcentaje de alumnos
que abandonan los estudios -incluidos los de las clases más favorecidas-
como consecuencia de la facilidad de acceso al mercado laboral en el sector
servicios en dichos territorios.
El informe
plantea un conjunto de propuestas para mejorar esta situación, la mayor
parte de las cuales hacen hincapié en aspectos vinculados a la equidad.
Una de ellas es la puesta en marcha de políticas que afecten únicamente
al sistema educativo, en la línea de facilitar estudios a tiempo parcial,
así como políticas orientadas al mercado laboral, como reducciones de
horario de trabajo en determinados contratos. Asimismo, se apuesta por
la mejora de la calidad de los ciclos formativos de grado medio de FP,
con objeto de favorecer la inserción educativa y laboral de los grupos
de menor renta. La introducción de asignaturas aplicadas o vocacionales
en el Bachillerato y la reforma en profundidad del sistema de becas, con
un mayor enfoque hacia los niveles de la educación secundaria postobligatoria
y no tanto universitarios, son otros planteamientos del informe.
Otras medidas
contempladas pasan por la reducción del fracaso escolar en la ESO, que
contribuiría sustancialmente a mejorar las probabilidades de continuidad
de los grupos sociales que en la actualidad están más distanciados de
la cultura escolar, así como por el desarrollo de programas de intervención
educativa muy temprana en la educación infantil -de 0 a 3 años-, lo que
constituiría un potente instrumento para reducir las desigualdades provocadas
por el origen social y familiar, así como el abandono escolar temprano,
facilitando de este modo el acceso equitativo a la educación secundaria
postobligatoria.
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