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camello
o un rincón de la casa (...) A la una de la tarde caminábamos a través
del desierto, expuestos a un sol ardiente y a un viento seco y abrasador,
en dirección exacta del E., por una inmensa llanura, donde no se ve un
solo ser organizado, animal o vegetal, y sobre terreno tan pronto de arena
fina movediza como de arena gorda”. Son palabras del español Domingo Badía
y Leblich (“Alí Bey”), primer europeo que, a comienzos del siglo XIX,
llegó a la ciudad sagrada de La Meca después de la implantación del Islam
en el siglo VII. Son parte de su apasionante documento Viajes por Arabia,
Palestina, Siria y Turquía, y uno de los raros extraordinarios que
el Museo Arqueológico Nacional reivindica en su muestra La aventura
española en Oriente (1166-2006) como aportaciones señeras de
viajeros, museos y estudiosos en la historia del redescubrimiento del
Oriente Próximo Antiguo.
Desconocimiento
social
“Hay
un desinterés social en Oriente Próximo que contrasta con el atractivo
que ejerce, por ejemplo, Egipto –afirmaba en su presentación el comisario
Joaquín María Córdoba- Quizás sea porque carezcamos de importantes colecciones
de esta zona histórica ya que España estuvo ausente en la exploración
arqueológica de las ciudades asirias a mediados del siglo XIX. Frente
a esta circunstancia siempre han existido personajes deseosos de conocer
y estudiar esta geografía y su historia.”
Son precisamente
esos personajes los que –coincidiendo con la celebración por vez primera
en nuestro país del prestigioso International Congress on the Archaelogy
of the Ancient Near East- ahora recupera, entre el homenaje y la divulgación,
esta exposición de viajeros, museos y estudiosos españoles en la historia
del redescubrimiento del Oriente Próximo Antiguo. Una visión panorámica
del conjunto de aciertos que en distintas épocas han ido construyendo
esa aportación a veces rechazada e ignorada en el contexto de Europa en
un relato construido por el profesor titular del Departamento de Historia
Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid, Joaquín María Córdoba, y
por la conservadora jefe del Departamento de Egipto y Próximo Oriente
del Museo Arqueológico Nacional, Carmen Pérez Die, a través de tres grandes
secciones: Viajes y viajeros españoles a Oriente”, “Museos, colecciones
y eruditos” y “De los pioneros olvidados a la investigación moderna”.
Un
clásico medieval
El
manuscrito que Benjamín de Tudela nos legó acerca de su extraordinario
viaje camino de Oriente realizado en 1166, navegando quizás en naves genovesas,
venecianas o bizantinas, y por el que conoció la Palestina de los francos,
la Siria musulmana hasta internarse en el corazón de Oriente hasta Bagdad,
las ruinas de Babilonia y la supuesta Torre de Babel, es el inicio con
el que comienza el despliegue sorprendente de las más de 200 piezas que
documenta esa presencia permanente de estudiosos y viajeros que como también
Ruy González de Clavijo, Pedro Páez, García de Silva, Federico Gravina
o Adolfo Rivadenayra fueron desvelando a nuestra sociedad la historia
de lugares de resonancia tan extrema como Babilonia, Nínive o Persépolis.
Sus manuscritos –entre los que está la que es la primera descripción de
la Meca de la historia, llevada a cabo por Domingo Badía y Leblich- dan
soporte a esa otra sección dedicada al trabajo realizado desde las instituciones
para recoger documentalmente el perfil de Oriente próximo. Son resúmenes
de colecciones como la de la Real Academia de la Historia, el Museo Arqueológico
Nacional y el Museo Bíblico de la Abadía de Montserrat.
“No hemos participado
en el expolio que hicieron otras potencias -afirmaban los comisarios en
la presentación- pero poco a poco hemos podido hacer una colección excelente
en el terreno divulgativo que ha sido –y esto es un orgullo para nuestro
país- fruto del intercambio patrimonial con otros estados, muy en concreto,
con el Museo de Bagdad”.
La aventura
de investigación y excavación frustrada de los españoles en Oriente a
lo largo del siglo XIX ocupa el último tramo en el que se recuerda la
gesta de Francisco García Ayuso, Adolfo Rivadeneyra, Ubach, Pereyra, Peñuela
y Garrido, a la vez que se hace eco de la realidad de la presencia arqueológica
contemporánea de España en Oriente, iniciada en los años setenta del siglo
XX y que continúa en la actualidad, sobre todo, en yacimientos de Siria,
Jordania y los Emiratos Árabes.
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