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Madrid.
ROSAURA CALLEJA
La incidencia de las nuevas tecnologías en la práctica de
la lectura constituyó el eje de la conferencia que Roger Chartier
impartió, dentro del ciclo "La educación que queremos" que
desarrolla la Fundación Santillana. Para el director de estudios
de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París en
la Red se ha multiplicado una oferta que desborda a los lectores y plantea
desafíos e interrogantes.
En este sentido
manifestó que el ordenador es el único aparato que ofrece
al lector las diversas clases de textos, tradicionalmente distribuidas
entre objetos distintos. "Todos los textos son leídos en un mismo
soporte, la pantalla del ordenador y en las mismas formas, las que decide
el lector. La lectura frente a la pantalla es generalmente una lectura
discontinua, que busca a partir de palabras claves o rúbricas temáticas
el fragmento textual del cual quiere apoderarse (un artículo en
un periódico, un capítulo en un libro, una información
en un web site)" puntualizó.
Mundo
digital
Según
este intelectual francés, "en el mundo digital todas las entidades
textuales son como bancos de datos que procuran fragmentos, cuya lectura
no supone de ninguna manera la comprensión o percepción
de las obras en su identidad singular".
En cuanto al
orden de los discursos, Chartier precisó que el mundo electrónico
provoca una triple ruptura: propone una nueva técnica de difusión
de la escritura, incita a una nueva relación con los textos e impone
a éstos una nueva forma de inscripción. La originalidad
y la importancia de la revolución digital estriba en que obliga
al lector contemporáneo a abandonar todas las herencias, ya que
el mundo electrónico no utiliza la imprenta, ignora el "libro unitario"
y está ajeno a la materialidad del codex.
Por otra
parte, aludió a otra de las mutaciones ligadas al mundo electrónico,
que denominó el orden de las prioridades, en el sentido jurídico
-el que fundamenta la propiedad literaria y el copyright- como en un sentido
textual -el que define las características o propiedades de los
textos-.
Texto
electrónico
Este
escritor especificó que "el texto electrónico es un texto
móvil, maleable y abierto, donde el lector puede intervenir en
su contenido y no solamente en los espacios dejados en blanco por la composición
tipográfica". En este proceso se borra la asignación de
los textos al nombre de su autor ya que están constantemente modificados
por una escritura colectiva, múltiple, polifónica que da
realidad al sueño de Foucault en cuanto a la desaparición
deseable de la apropiación individual de los discursos, lo que
llamaba la "función autor".
Roger Chartier
sugiere abrir una reflexión sobre los dispositivos que permitirán
delimitar, designar e identificar textos estables, dotados de una identidad
perpetuada y percibible, en el mundo móvil de la textualidad digital.
En su opinión, "esta reorganización es una condición
para que puedan protegerse los derechos económicos y morales de
los autores y la remuneración o el provecho de la edición
electrónica".
Formas
de publicación
Para
este intelectual, la transformación del mundo electrónico
distinguirá dos formas de publicación: la que ofrezca textos
abiertos, maleables, gratuitos y la que resultará de un trabajo
editorial que necesariamente fijará y cerrará los textos
publicados para el mercado. Paralelamente a ello, se plantea dos tipos
de aparatos: el ordenador tradicional para la primera y el e-book,
que no permite el traslado, la copia o la modificación de los textos
para la segunda.
En su intervención,
hizo referencia a la batalla entablada entre los investigadores, que reclaman
el acceso libre y gratuito a los artículos y revistas científicos,
que imponen precios de suscripción enormes, hasta 10,000 o 12,000
dólares por año y que multiplican los dispositivos capaces
de impedir la redistribución electrónica de los artículos.
Conservar
los originales
Chartier
se muestra partidario de que como lectores debemos exigir que las operaciones
de digitalización no ocasionen la desaparición de los objetos
originales y que siempre se mantenga la posibilidad de acceso a los textos
tal como fueron impresos y leídos en su tiempo.
Asimismo, se
cuestiona cómo esta nueva modalidad de lectura transforma la relación
de los lectores con lo escrito y recordó que la lectura del rollo
de la Antigüedad era una lectura continua, que movilizaba el cuerpo
entero, que no permitía al lector escribir mientras leía;
que el codex, manuscrito o impreso, permitió hojear el libro
y favoreció una lectura fragmentada, pero que siempre percibía
la totalidad de la obra.
Según
sus propias palabras, "para la lectura del texto electrónico debe
considerarse que la pantalla no es una página, sino un espacio
de tres dimensiones, que tiene profundidad y en el que los textos brotan
sucesivamente desde el fondo de la pantalla para alcanzar la superficie
iluminada. Por ello, en el espacio digital, es el texto mismo, y no su
soporte, el que está plegado.
Para finalizar
su intervención, Chartier explicó que la lectura del texto
electrónico debe pensarse como desplegando el texto electrónico
o una textualidad blanda, móvil e infinita. Semejante lectura dosifica
el texto, sin atenerse al contenido de una página y puede componer
en la pantalla ajustes textuales singulares y efímeros. Y puso
como ejemplo la navegación por la red, que es una lectura discontinua,
segmentada, fragmentada.
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