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Según
este estudio, los niños no son capaces de asimilar las imágenes de las guerras
que transmiten los medios de comunicación, que suelen ser difundidas en un
formato para adultos. La pérdida de la familia es, para ellos, la consecuencia
más grave de la guerra.
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Madrid.
MARGARITA GIRON
Los niños reciben un fuerte impacto de las imágenes de las
guerras que reciben a través de los medios de comunicación.
Su visualización, al no ir acompañada de información
comprensible para ellos y presentarse en formato para adultos, generan
en los niños sentimientos inquietantes y emocionalmente desconcertantes.
Esta es una
de las conclusiones del estudio pedagógico "Educación para
la paz: la vida tras las imágenes", realizado con motivo del Día
del Niño 2001 bajo el patrocinio de la Fundación Crecer
Jugando.
El objeto de
esta investigación ha sido "poner a disposición de los centros
escolares una actividad que ayudase a conocer la lectura e interpretación
que hacen los niños de las imágenes de otros niños
que sufren las consecuencias de las guerras y cómo imaginan que
es su vida", señala Fernando Gil, uno de los autores de la investigación,
junto con Gonzalo Jover y David Reyero, todos ellos profesores de la Facultad
de Educación de la Universidad Complutense.
Participación
En
la experiencia han participado 360 niños con edades comprendidas
entre los 8 y los 12 años pertenecientes a cinco colegios de Madrid,
Avila, Cuenca y Toledo.
La mayor parte
de ellos opinan que las guerras comienzan "por tonterías", no por
algo importante y que los políticos no las padecen como lo hacen
los niños, de ahí que cuestionen su labor y les hagan responsables
del inicio de una guerra.
El estudio
refleja que los niños muestran una gran capacidad para ponerse
en el lugar de las víctimas de las guerras, especialmente, cuando
estas son también niños. Además, se muestran convencidos
de que la paz se puede lograr fácilmente a través del diálogo
y que si este no existe se debe a la formación de los dirigentes.
Pese a su corta
edad, los niños demuestran saber perfectamente las privaciones
y carencias que afectan a los niños que son víctimas de
las guerras, destacando, de entre todas las desgracias, la pérdida
de la familia como la consecuencia más grave y como la causa directa
de otros males.
Otra de las
conclusiones del estudio es que "el sufrimiento de otros despierta en
ellos una fuerte actitud de solidaridad, sentimiento que resulta indispensable
para poder llevar a cabo una auténtica educación para la
paz", señala David Reyero.
Uno de los
aspectos novedosos de este trabajo de investigación ha sido el
uso de las nuevas tecnologías, ya que se ha llevado a cabo a través
de las redes de centros escolares y de la telemática educativa
de las distintas administraciones educativas de las comunidades autónomas.
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