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riadores
griegos y romanos. Se trata de retazos aislados de la relación
del mundo griego con una cultura lejana que representaba en sí
misma el extremo del orbe, el lugar en el que Hércules venció
al gigante Gerión, dueño de Tartessos, y situó sus
míticas Columnas. Anacreonte habló en sus versos del reinado
de 150 años de Argantonio, un monarca que reinaba sobre varios
territorios y al que el historiador Herodoto, en el siglo V a.de C., le
atribuía una vida de ciento veinte años y un reinado de
ochenta.
Todas
estas informaciones hablaban de un vasto territorio -comprendido entre
el Tajo portugués, el Guadiana extremeño y la gran cuenca
del Guadalquivir- de gran riqueza y posibilidades de explotación
en minerales y pesca, y de buenas relaciones entre los pueblos comerciantes
del Mediterráneo. Esta Tartessos descrita desarrolló una
compleja estructura social, muy similar a la existente en pueblos más
desarrollados del Próximo Oriente.
En
las últimas décadas, las investigaciones arqueológicas
han ido arrojando luz a esta oscura realidad histórica de Tartessos,
y la han afirmado como la primera civilización del enorme delta
que el Atlántico formaba en lo que hoy, en torno a 2.500 años
después, es el Valle del Guadalquivir.
Piezas
de leyenda
Son
estos avances de los estudios sobre Tartessos los que han permitido que
la Fundación El Monte, de Sevilla, el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, y el Consell General del Consorci de Museus de la Comunidad
Valenciana, presenten a la sociedad española "Argantonio,
rey de Tartessos", una muestra que nos habla de su historia, sus
mitos, sus riquezas, sus formas de vida, sus héroes y sus asentamientos
geográficos. "Esta es la primera exposición global
que se organiza sobre Tartessos, la única civilización ibérica
que tiene el privilegio de estar incluida en el mito y que además
es Historia", afirmaba la comisaria de la exposición, Carmen
Aranegui, en la presentación pública de este conjunto de
huellas que constituyen las 173 piezas arqueológicas procedentes
de treinta y tres instituciones especializadas de España, Portugal,
Francia e Inglaterra. Un espléndido legado extraído de los
sustratos más profundos de un suelo que permaneció silencioso
durante más de dos mil años: joyas, ajuares, vajillas, estatuas,
estelas y cerámicas que ilustran sobre el período de máximo
esplendor de este reino.
Diez
áreas van adentrándonos en los distintos aspectos de la
civilización tartésica: Historiografía, Colonización
fenicia, Poblamiento, La plata y el mito clásico, Escritura, Riqueza
y ritual, Necrópolis y La huella de Argantonio. Un recorrido que
tiene momentos estelares en las diez estelas de piedra que reflejan un
sistema ancestral de distinción territorial y jerárquica
propio del suroeste peninsular, o en el famoso Tesoro de Carambolo, compuesto
por 21 joyas de oro y fechado en el siglo VII a. de C.. Pero también
en el pequeño fragmento cerámico con signos inscritos fenicios
que muestra la introducción de la escritura en la península,
o en la losa donde se halla registrado un estado primitivo de la escritura
paleohispánica.
Huellas
de un pasado que la historia creyó mítico y que ahora admira
como real.
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