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Madrid.
Juan Carlos Soriano
Ian Gibson
afronta uno de los capítulos más oscuros de la vida de García
Lorca, casi tanto como el de su muerte: "La familia del poeta ha demostrado
un interés obsesivo por ocultar su orientación sexual. En
la España de nuestros días eso no tiene ningún sentido.
Y, se quiera o no, su relación con Salvador Dalí trascendió
la simple amistad. Fue amor, aunque no llegara a consumarse. Cuando conoció
a Dalí en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, se enamoró
perdidamente de él, pero Dalí no aceptaba su condición
de homosexual, entre otras cosas por la influencia de un padre tan severo
como el que le había tocado, y se alejó de Federico."
Gibson
ha empleado como base de este ensayo las cartas que Salvador Dalí
remitió a García Lorca. Las otras, las que escribió
el poeta, han desaparecido. "Eso -afirma con el acento típico
de los turistas anglosajones- constituye una tragedia cultural. Yo tengo
la sospecha de que alguien las ha robado, pero me queda la esperanza de
que algún día puedan aparecer."
En
esas cartas, Dalí, que según el escritor no estaba capacitado
para la ternura, le escribe cosas verdaderamente hermosas a Federico.
"Hay una en la que le dice: Te creo el único genio actual.
A pesar de lo burro que soy en literatura, lo que leo de ti me deja mue(l)to.
Que japonesito más gordo eres, coño. Lo de escribir
muerto con ele era un juego entre ellos, porque la gente de Granada trastoca
ambos sonidos, y lo de gordo resultaba una expresión cariñosa
en él."
El
amor influyó en sus respectivas obras
Otros
documentos que aporta Gibson son su entrevista a Salvador Dalí,
cuando se encontraba casi moribundo, y las declaraciones en las que el
pintor reconocía que Lorca intentó poseerle físicamente.
En
el libro se explica cómo Luis Buñuel, que despreciaba a
Lorca, hizo una auténtica labor de zapa para apartar a Dalí
de su influencia. Ambos pusieron tierra por medio: Dalí marchó
a París y Lorca se consagró como poeta después de
su estancia en Cuba y Nueva York. Cuando se reencontraron en Barcelona,
el año 1934, ni el tiempo ni la distancia habían borrado
esa relación. Aunque el amor no se consumó, Ian Gibson afirma
que sus respectivas obras salieron enriquecidas de esa relación.
"No puede decirse que Lorca influyera con sus dibujos en la obra
de Dalí. Sin embargo, Federico está muy presente en los
cuadros de aquella época. Recordemos uno donde aparecen sus cabezas
fundidas, o ese otro donde la sombra de Dalí proyecta la cabeza
de Lorca. Dalí, por el contrario, sí propició un
giro en la trayectoria literaria de Lorca. Cuando publicó el Romancero
gitano no le gustó y se lo dijo. Vino a comentarle, más
o menos: Tú eres un genio y lo que se lleva ahora es la poesía
surrealista. Así que no pierdas tu talento con pintoresquismos.
Y Federico le hizo caso; dio un golpe de timón a su obra. Quizá
parezca exagerada la afirmación, pero es posible que si Lorca no
hubiera conocido a Dalí hoy no tendríamos Poeta en Nueva
York."
La
pérfida Gala
Pese
a que en 1936 ya se habían distanciado, Ian Gibson dice quedará
la incógnita de si, en el caso de no haber muerto Federico, aquel
amor hubiera tenido una segunda oportunidad. Sospecha que no, porque a
la guerra debemos añadir la irrupción de Gala en la vida
de Dalí. Él disiente de los que afirman que ese encuentro
con la entonces mujer de Paul Eluard benefició a su obra: "A
mí me parece todo lo contrario. Dalí no volvió a
ser el mismo que había sido. Y, puesto que me interesa más
la etapa anterior a ese extraño emparejamiento, creo que la influencia
de Gala fue negativa para él."
Desde
que llegó a España en 1978, con el propósito de escribir
la biografía de García Lorca, Ian Gibson ha publicado once
libros, en los que nos aproxima a otros personajes de nuestra reciente
historia, como José Antonio o Queipo de Llano, y a episodios concretos
de la guerra civil. Ahora, después de El amor que no pudo ser,
cree llegado el momento de dar un viraje literario. "Llevo demasiados
años dedicándome a la biografía. Y aunque quedan
algunas interesantes de esa época por escribir, como la de Buñuel,
creo que voy a dejar el trabajo para otros. Todavía no sé
de qué irá mi siguiente libro, pero voy a intentar hacer
algo de creación literaria." Al preguntarle si por creación
literaria entiende la novela, se encoge de hombros y sonríe.
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